Tomás Calderón
Tomás no sé cómo empezar a despedirme, todavía te veo, te veo corriendo cuando grito tu nombre, haciendo pipí en los arbolitos, te veo rascándote en la pared o dando vueltas en un árbol para sentir las hojitas en tu espalda, te veo moviendo las piedras de tu plato para comer lento, te veo nadando, saltando, rompiendo mi ropa, te veo sonriendo cada que vez que te mostraba juguete nuevo y como tus ojos se iluminaban cuando veías que también sonaban, me enseñaste a diferenciar cuando un perrito sonríe, me diste paz y seguridad cuando te escuchaba roncar a lado mío.
Aún siento tu cabeza pegar con mi rodilla mientras caminas a mi lado, siento tu patita en mi mano pidiéndome que te siga acariciando, siento como te acercabas a mi cara mientras yo dormía, aun escuchó tus patitas corriendo atrás de mi.
Mañana tocaba caminar al pueblo por nuestra comida, siempre muy obediente y caminando a lado mío y a veces corriendo cuando queríamos veíamos otros perros.
A ti te prometía mis medallas. A ti te guardaba mis pelotas de tenis viejas, tú eras mi principal razón para vivir en Huasca.
No me salen las oraciones en pasado cuando se refiere a ti, todavía te siento, todavía te veo.
Quiero llevarte a tu cuartito, caminando emocionado delante de mi, ver cómo te acuestas y esperas a que me despida de ti y decirte que nos vemos en la mañana, llegar al día siguiente a tu cuarto y abrirte la puerta mientras sales como la pequeña bestia que eras buscando algo para jugar mientras te ibas corriendo y saltando.
Los juguetes enterrados por todo el jardín, las piedras en tu platito, las piñas destrozadas, mi ropa rota y los pelitos en la casa, todo es prueba de que fuiste real.
Me duele el pecho al pensar que ya no dire frases como “Ven Tomás”, “El cuarto de Tomás”, “el pollo para Tomás”, “No es para ti”, “Ya pórtate bien Tomás”.
Te llamaba así porque eras uno más de nosotros, nuestro amigo, nuestro guardián, cuidábamos todos tu dieta tan estricta, para mantenerte sano.
Eres lo más puro y leal que he conocido, mi compañero, mi guardián, mi amigo, mi príncipe, mi ladilla…