Aún no asimilo tu partida, pero me consuela tener tus recuerdos grabados en mi mente y alma.
No cabe duda que siempre nos enseñaste algo.
Me enseñaste que no se necesitaba dinero para ser feliz que solo con vernos nos hacíamos felices.
Me enseñaste el amor, sincero desinteresado
Me enseñaste como se juega con una tapa de garrafon y eso te hacia feliz.
Me enseñaste como hacer travesuras y correr a tu cama haciéndote el occiso.
Sabías que las preguntas y regaños eran momentáneas. Seguidas de un chiqueo, un abrazo y un beso, nunca supiste de rencores.
Eso me enseñó que eras más inteligente. Tus travesuras tenían como castigo o premio besos, abrazos chiqueos.
Ayer me quede con el pedazo de panela que siempre esperabas a mi llegar de las compras.
Y aunque Yiz me dijo guau.
No se la di.
Me enseñaste a decirme con tu mirada lo que querías, emitidas ciertos sonidos para hacerte entender poco faltaba Para que hablaras.
Me enseñaste como se siente morir y seguir viviendo.
Gracias por haber estado a nuestro lado dejarnos esos bellos recuerdos, porque cerrado mis ojos te veo tanto feliz como el último día.
Yo te recordaré, no por la forma en que te fuiste, sino por la forma en que viviste y como cambiaste nuestras vidas