Gracias por estos cinco años de lealtad y amistad. Llegaste a mi vida para sacarme de la depresión en la que había caído con la pérdida de mi otra perrita, yo no te adopté, prácticamente tú me adoptaste a mí aquel día frío y lluvioso de febrero, cuando mi mamá te encontró abandonada en la calle, llena de polvo y temblando de frío y miedo, y ella te trajo a la que desde ese instante fue tu casa con tu familia que te recibió con los brazos abiertos.
Gracias por todas las lecciones que me enseñaste, como no juzgar por las apariencias, y a sobrellevar las adversidades. Ya que el haber nacido sin un ojito, nunca te impidió ser una perrita feliz y juguetona. Te quiero porque eres la mejor perrita que pude haber pedido, la más leal y amorosa. Perdóname por las veces que te regañé. Te queremos mucho y todos te vamos a extrañar mucho, han pasado cinco de tu partida y no hay día que no te echemos de menos.
Te mandamos un saludo hasta el cielo de los perritos, tu familia humana y tus hermanitas perrunas (Pandita, Nena y Tilly).
Te quiero mucho Coqui Pu y nunca te olvidaré. No te digo adiós sino hasta luego.